Esta Semana Santa he dispuesto de
unos días libres y me apetecía hacer algo especial. Hacía mucho tiempo que oía
hablar de lo espectacular que era la tradición en el Bajo Aragón por estas
fechas y, ahora que tenía la oportunidad, me decidí a vivirla en primera
persona.
Visitar estas tierras me hacía
especial ilusión ya que, siendo muy joven, la primera vez que me trasladé fuera
de mi Galicia lo hice a Zaragoza, el recuerdo de lo bien acogido que fui por
sus gentes me hace tenerles un cariño especial.
Calanda y Alcañiz son dos
municipios pertenecientes a la comarca del Bajo Aragón, situados en el noreste
de la provincia de Teruel. A este itinerario se le denomina “Ruta del Tambor y
Bombo”, yendo en sábado santo a Calanda uno se da cuenta del porqué nada más
bajar del coche, el suelo retumba por el estruendo de dichos instrumentos y no
hará más que crecer según nos vayamos acercando a la Plaza de España, frente a
la iglesia, donde están situados los tamborileros. Los calandinos, ataviados
con sus túnicas púrpuras, marcan el paso de la Semana Santa con sus tambores y
bombos desde las 12 del Viernes Santo en el “romper la hora” hasta el “final de
redobles” a las 14 del Sábado Santo. Pude presenciar éste último y doy fe de
que asombra y sobrecoge el fervor que se palpa.
Podéis ver el vídeo del “final de
redobles” pinchando AQUÍ
En tanto a la gastronomía,
Calanda es sinónimo de melocotones. Es uno de los productos estrella de esta
comarca, se comercializan bajo la Denominación de Origen Melocotones de Calanda
y son famosos por su ingenioso sistema de producción en el cual los introducen en
bolsas de papel cuando aún penden del árbol para retardar su maduración y
recolección, con ello consiguen producirlos cuando ya ha pasado su
estacionalidad y, además, un dulzor único debido a esa maduración “diferente”.
Obviamente no me pude resistir, están buenísimos.
Retomando mi ruta, con el cesar
de los tambores en Calanda me dirigí a Alcañiz, cambiando el púrpura calandino
por el azul de las túnicas de los tamborileros alcañizanos. Allí pude acompañar
la procesión del Santo Entierro que acompasa sus pasos con redobles incesantes.
Es un acto que engloba a la perfección la tradición de esta tierra, la
solemnidad y recogimiento acompañado por el “llanto” de los tambores y bombos,
pone los pelos de punta. Además, si vais a Alcañiz, no podeis perderos el
Castillo de los Calatravos (actual Parador Nacional de Alcañiz) y la iglesia de
Santa María la Mayor, ambos impresionantes.
Por otro lado, al margen de los
actos propios de las fechas, si salimos al campo veremos que se trata de una
tierra riquísima, donde los olivos y melocotoneros, entre otros, abundan dando
forma a un paisaje precioso y a unos productos estupendos. En tanto al producto
del Bajo Aragón cabe destacar su aceite de oliva (D.O. Aceite del Bajo Aragón),
los anteriormente citados Melocotones de Calanda (D.O Melocotón de Calanda), el
famoso Ternasco (D.O. Ternasco de Aragón) y el Jamón de Teruel (D.O. Jamón deTeruel).
Tras haber vivido esta
experiencia, caigo en la cuenta que las tradiciones tienen un arraigo que
resulta fascinante y que, independientemente a las creencias de cada uno, formamos
parte de ellas. La gastronomía forma parte de la cultura popular y tiene su
expresión a través de platos que se han configurado a lo largo de la historia
especialmente para estas fechas, es por
esto que, aprovechando esta experiencia,
comparto con vosotros una receta de un potaje de vigilia con un guiño al producto del Bajo Aragón. Espero que os guste.
Podéis ver y descargar la receta
pinchando AQUÍ
Información y lugares que recomiendo para todo aquel que quiera visitar Calanda y Alcañiz:
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